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La riqueza no se halla en bienes materiales. No es pobre quien invierte en el respeto, quien practica la bondad y la honestidad, recuerda que la auténtica abundancia no está en el dinero, sino en la felicidad.
Los pensamientos, valores y actitudes son los que conforman nuestra auténtica personalidad, esa que se ve desde afuera y que nos identifica en el trato cotidiano. Quien entiende de respeto, consolida grandes vínculos, pero quien cultiva una mente inflexible y rencorosa, cosecha desconfianza y fracaso.
Hay personas pobres muy ricas de corazón y ricos muy pobres de afectos (y a la inversa). Has escuchado cuando dicen “es tan pobre que lo único que tiene es dinero” y ciertamente estas personas en sus corazones no hay empatía, en sus mentes no existe humildad ni cercanía y lo más probable es que tampoco sepan a qué sabe la felicidad.
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